Melton Presenta: Escuela Martín Buber

Festejos por los 60 años de la Escuela Martín Buber

Melton Presenta: Escuela Martín Buber
El Centro Melton emprende un nuevo proyecto: expandir el conocimiento acerca de las escuelas judías. Para lograrlo nos preguntamos: de qué manera los conocimientos adquiridos en la maestría pueden enriquecer la labor de los educadores en estas instituciones; qué desafíos y oportunidades enfrentan las escuelas de la comunidad; cuál es el impacto que las escuelas judías tienen en la identidad y el sentido de pertenencia de los alumnos en la región, y cuáles son las estrategias y enfoques pedagógicos más efectivos utilizados para transmitir los valores y la herencia judía.

A través de las historias de protagonistas y profesionales de estas instituciones, buscaremos resaltar la labor y el impacto que tienen las personas y las comunidades en la educación judía en la región, poner en valor sus experiencias, y promover una educación de calidad que refuerce la identidad judía y contribuya al crecimiento de los alumnos.

 

“Martín Buber”, de Buenos Aires, Argentina
Este año, la escuela Martin Buber está cumpliendo sus primeros 60 años. Nacida como un jardín de infantes un año después de la fundación de Bet Am Palermo -la asociación sin fines de lucro que sentó las bases para su creación-, la escuela eligió el nombre del pensador judío reconocido por su filosofía del diálogo, Martín Buber. Con la incorporación de los niveles primario y secundario, se consolidó y logró crecer a lo largo de seis décadas como escuela “bilingüe, judía, pluralista, democrática, con fuertes raíces en nuestro país [Argentina] y comprometida con el Estado de Israel”. 

Erica Herszkowich, directora general de la escuela, sostiene que su crecimiento se explica por la excelencia académica, la pregnancia de sus valores y la capacidad de sostener durante seis décadas su misión y visión institucional. “Desde los diez meses hasta los 17 años somos una escuela humanista que sigue a los principios de Martin Buber en relación con el diálogo, con el cuidado de cada uno, con la tensión adecuada entre ser uno original y ser uno más dentro del grupo, con el clima judío y con la intención de dar, en cada edad y etapa evolutiva de los estudiantes, a cada uno lo que necesita. (...) Esas claves de la escuela son la razón por la que las familias la eligen”, sostiene la directora.

Tamara Kullock, egresada de la maestría del Centro Melton, trabaja en Martín Buber como docente del área judaica desde 2015. Para ella, el proyecto educativo de la escuela no sólo está basado en la excelencia académica sino también en su concepción pluralista. “Es súper exigente, pero también súper interesante, porque trata de llevar distintas miradas de un mismo tema, hacerlos pensar críticamente desde todas las áreas, no darles un tema acomodado con una única visión, sino traer las distintas visiones sobre el mismo tema, los dilemas y problemas reales”. Como docente, además, valora que las divisiones, en el nivel secundario, son siempre cambiantes. “Le permite a los chicos hacer grupos, desarmarlos, hacer otros. Se sostiene esta concepción de la escuela como lugar de encuentro”, agrega.

Inglés, hebreo y adaptaciones al presente
En las primeras décadas de vida, la escuela no veía tan clara la importancia del idioma inglés (a pesar de que hoy sea uno de sus principales atributos), nos cuenta Erica. En la escuela primaria, la tarde se dedicaba a los estudios judaicos. Esto fue cambiando a lo largo de las décadas, si bien nunca se renunció a la enseñanza del hebreo, considerada la llave de acceso a la cultura del pueblo judío. Hoy en día, la escuela es bilingüe español-inglés ya que “eso es lo que las familias exigen, porque eligen la escuela fundamentalmente para que los chicos sean ciudadanos del mundo, y la llave para el mundo es el inglés”, dice la directora. En ese sentido, la escuela se fue adaptando a lo largo de los años a las necesidades de cada época. “Aunque yo pienso que sigue siendo la misma escuela, con su misma esencia, con su misma misión y mirada, y por eso somos reconocidos en la comunidad; porque es una escuela que se fue cambiando y a la vez sigue siendo la misma”, agrega.

En la currícula se estipula el trabajo por niveles en inglés, hebreo y algunas materias del área judaica. A veces también se abren niveles en el secundario en matemática o lengua, para poder integrar a aquellos alumnos que vienen de otras instituciones. Estas estrategias les permiten enfrentar el desafío de la diversidad que plantea, principalmente, el nivel secundario, al que llegan alumnos de escuelas primarias judías, ortodoxas e incluso no judías. Pero el desafío de la integración de un alumnado diverso también requiere de la presencia de tutores, quienes desde el espacio de orientación “se ocupan de las personas más allá de su condición de estudiantes. Se trabaja el crecimiento, la educación sexual, la prevención de los consumos de la adolescencia y la integración social”, cuenta Erica. 

En relación a los contenidos judaicos, el calendario escolar se maneja con el calendario hebreo: las festividades y las fechas de conmemoración judías están en el clima institucional. “Las familias son judías y deciden que sus hijos vivan en un clima judaico. Los estudios judaicos son parte de los contenidos oficiales y el hebreo es obligatorio desde el jardín de infantes hasta tercer año”, dice Erica. En los últimos dos años, los estudiantes acceden a la educación judía a través de talleres optativos, entre los que se incluyen seminarios de identidad judía y viajes de estudio. También tienen actividades voluntarias organizadas por el departamento de tzedaká, coordinado por Tamara, y que busca que los alumnos se comprometan con lo que pasa en su contexto. “Hacemos actividades de acción social fomentando el diálogo, el encuentro y la transformación. Es un espacio digno de la escuela”, agrega Tamara.

Buber y la comunidad
Fueron sesenta los alumnos que se incorporaron en 1963, año de fundación del Buber. Hoy son más de mil trescientos los que transitan sus tres niveles. Especialmente en los últimos 15 años, ha aumentado exponencialmente la cantidad de alumnos. En ese sentido, los retos que tiene Martín Buber para seguir creciendo se relacionan con trabajar en la integración de alumnos y de sus familias en la institución, y con crear un marco comunitario contenedor y que contemple su diversidad. “Sin duda, la creación de comunidad es uno de nuestros principales desafíos. Dado que no somos una escuela religiosa en la que la comunidad va de suyo, estamos trabajando y tratando de poner el foco ahí, porque hay que cultivarla”, cuenta Herszkowich.

En su paso por nuestra maestría, Tamara cuenta que encontró materiales para formarse y formar a sus alumnos en muchas de las perspectivas que hoy generan interés, como el feminismo en relación con el judaísmo. “La maestría te da es herramientas para repensar a la educación en una visión más global. Leer a Tamar Ross, Judith Plaskow y a Ethel Barylka me permitió pensar en cómo construir un judaísmo feminista”, dice. Además, en su paso por el programa pudo repensar ciertos estereotipos sobre la ortodoxia y entender a Israel desde nuevas perspectivas, “hay un Israel que conocí a partir de la carrera y me permitió generar diálogos y problematizar aquello que no estábamos problematizando”, agrega. 
 

Agradecimientos
Erica Herszkowich, Directora General de la Escuela Martín Buber. Magíster en Gestión de Proyectos Educativos, por la UCAECE. Profesora en Ciencia Política, por la USAL. Licenciada en Ciencia Política, por la UBA. Morá, por la Escuela Superior de Pedagogía y Estudios Judaicos, Mijlelet Shazar.  

Tamara Kullock, docente de la Escuela Martin Buber. Profesora recibida en la Universidad de Buenos Aires de la carrera Antropología. Morá de Estudios Judaicos por el Seminario Rabínico Latinoamericano, flamante graduada en la Maestría en Educación del Centro Melton. Fue reconocida con el premio del decano por la excelencia en sus estudios, años 2020-2021 y 2021-2022 (los dos años de sus estudios).