
Después de la destrucción del Segundo Templo en el año 70 E.C., los sacrificios debieron sustuirse por el estudio e interpretación de la Torá, la práctica de las indicaciones dadas en ella y la oración comunitaria. Esto le permitió al judaísmo sobrevivir a pesar de la dispersión y de los maltratos recurrentes a lo largo de milenios. Desde entonces, el pensamiento judío desarrollado ha venido plasmándose por escrito, conformando una frondosa cultura. No aprovechar toda esa particular concepción de mundo, como medio para la educación de nuestros niños y jóvenes, no es el camino.
Torá para todos
En Pirke Abot (5:21), el tanaíta Yehudá Ben Temá sugiere que el estudio de la Torá escrita debe iniciar a los cinco años de edad y Maimónides (Mishné Torá, Hiljot Talmud Torá 1:11) agrega que debe ocupar un tercio del estudio diario. Pensadores de todas las corrientes religiosas se pronuncian sobre el valor de la Torá. Para Abraham Joshua Heschel, es una orientación para la internalización del amor como motor de la humanidad. Eugene Borowitz, declara que la Torá es el “sentimiento de la mitzvá”, “la sensación de que Dios quiere que actuemos de manera acorde a Él”. Según Mordejai Kaplan, el alcance de la Torá “es integral e incluye todos los elementos fundamentales de la cultura humana” y “significa una civilización judía completa”.
El Rabino Jonathan Sacks descarta la ausencia de fe entre los judíos seculares, particularmente en los israelíes, quienes son “creyentes hijos de creyentes” pues “hablan en el lenguaje de los ideales proféticos”. Pero, aun aceptando entre estos una falta de fe en D-os, Eliezer Shweid, encuentra que la fe se expresa incipientemente en las preguntas: “¿Cómo se relaciona una persona con su vida? ¿Y cómo se orienta hacia el futuro?”. Estas son preguntas quien estudie la Torá podrá buscar y muy probablemente encontrar allí, independientemente de la corriente religiosa elegida o la creencia en su origen divino. Michael Rosenak, filósofo de la educación judía, aclara que, a diferencia del estudio religioso, la educación religiosa es la que promueve el desarrollo moral y personal a través del estudio de los textos judíos fundamentales, lo que no compromete a la fe ni a su ausencia.
Desarrollo de la sensación de pertenencia al Pueblo Judío
David Hartman escribe: “El primer principio de la educación judía es que cuando aprendes la Torá, formas parte de una comunidad interpretativa.” Toda la cadena generacional que ha discutido, interpretado y ayudado a comprender la Torá conforma una comunidad que ha trascendido en el tiempo y que sigue analizándola para encontrar soluciones a problemas actuales. Millones de judíos del mundo, siguiendo una tradición de miles de años, estudian y discuten durante la misma semana los mensajes de la parashá, conformándose una enorme comunidad de interpretación. Además, como dice Hartman, “el que estudia la Torá posee la Torá”. Su estudio nos convierte en sus poseedores, y adquirimos parte de su sabiduría; hecho que está íntimamente relacionado con la apropiación del conocimiento como objetivo pedagógico. Siendo así, el estudio de la Torá escrita es uno de los más fuertes constructores de identidad judía, en tanto su estudio implica formar parte de una comunidad interpretativa milenaria y actual y, además, ser “copropietario” de la Torá junto con ella.
Lawrence Kohlberg, muestra cómo los escolares que son expuestos al análisis y discusión de situaciones que requieren el uso de capacidades de estadios inmediatamente superiores en la escalera de desarrollo moral, serán estimulados a avanzar en ella. El método del “juicio de valor”, puede ser sustituido o complementado por otros como el de “clarificación de valores” o el “enfoque de indagación” en el estudio del texto biblico, que incluye múltiples episodios donde diversos personajes se enfrentan a dilemas morales. Las formas en las que son abordados y las decisiones que ellos toman, conforman un material que puede ser usado para contribuir al desarrollo moral de los estudiantes.
Orientación para el autoconocimiento y la mejora personal entre los adolescentes
Los adolescentes atraviesan una etapa en la cual la necesidad de aceptación social y la búsqueda de identidad propia pueden entrar en conflicto. Desde la tradición judía disponemos de herramientas valiosas para orientarlos. Barry Holtz propone un enfoque denominado la “moralista didáctica”, que consiste en identificar mensajes significativos para nuestras vidas en el texto bíblico . Cuenta el Midrash que “hay 70 caras en la Torá” (Bereshit Rabá 13:16), aludiendo a sus múltiples interpretaciones. Basándonos en los relatos bíblicos y apoyándonos en la infinidad de comentarios, sean talmúdicos, medievales, tradicionales o contemporáneos, podremos promover en los jóvenes una reflexión sobre sí mismos y su entorno, orientándolos e inspirándolos a comprometerse con su crecimiento personal.
El método: aprendizaje significativo
Ciertamente, la Torá “no está en el Cielo” (Deut. 30:12). Es fundamental que nuestros estudiantes lo comprendan así, y es nuestro deber ayudarlos a acercarse a su sabiduría.
Rosenak explica que el educador “debe establecer alguna conexión con la que los niños y jóvenes puedan comprender y deseen aprender”. En esa línea, Holtz explica que hay una tensión entre “la autenticidad” de la Torá y “la perspectiva del alumno”, es decir, la necesidad de relevancia. Si el texto no es relevante para el estudiante, no capturaremos su atención y el proceso de apropiación del conocimiento estará perdido desde el inicio.
En hebreo, “joven” es “bajur”, y “elección” es “bjirá”, señalando, que la juvendud se caracterizaría por el proceso de elección de quién ser. Como parte de él , los jóvenes buscan y eligen modelos de referencia. Antes éramos los adultos cercanos. Hoy, en cambio, los educadores competimos con modas, con contenidos estridentes pero muchas veces vacíos, y con una velocidad de abudante información, pero poco edificante.
En todo proceso educativo el estudiante debe apropiarse del conocimiento. El lenguaje integral no debe ser ajeno a lo que lo entusiasma o preocupa. Hartman insta a que los educadores nos preguntemos: ¿hemos creado una receptividad para el saber? ¿Hemos creado las condiciones para que este aprendizaje sea significativo y vinculante? En el desarrollo de una clase de Torá, será necesario “invertir el orden” como sugiere Franz Rosensweig: sin perder el objetivo, el docente debe iniciar con una pregunta de gran relevancia para los estudiantes, y encontrar junto con ellos las respuestas en en el texto.
Conclusión
Si la Torá es “herencia de la congregación de Yaacov” (Deut. 33:4), pertenece a todo el pueblo de Israel sin importar su orientación religiosa. Podemos y debemos educar a través de la Torá, orientar a nuestros estudiantes a encontrar respuestas de vida en ella y a construirse como seres humanos de bien, pero sin crear un mundo paralelo en el proceso: “Educa al joven de acuerdo con su camino, y aun cuando envejezca, no se alejará de él” (Proverbios 22:6).
- Ajad haAm, No es este el camino.
- Blag, M. y Kohlberg, L., “The effects of classroom moral discussion upon children's level of moral judgement”
- Borowitz, Eugene, Studies in the Meaning of Judaism.
- Hartman, David, La tradición interpretativa.
- Heschel, Joshua, Dios en busca del hombre,
- Holtz, Barry,, Textual Knowledge, Teaching the Bible in theory and in practice.
- Kaplan, Mordejai, Judaism as a Civilization: Toward a Reconstruction of American Jewish Life
- Lipman, Matthew, La filosofía en el aula.
- Rosenak, Michael, Teaching Jewish Values: A Conceptual Guide.
- Rosenak, Michael, Commandments and Concerns: Jewish Religious Education in Secular Society.
- Rosenzweig, Franz, Upon Opening the judisches Lehrhaus "On Jewish Learning",
- Sacks, Jonathan, A Judaism Engaged with the World, Office of the Chief Rabbi.
- Schweid, Eliezer, The Faith and Culture of the Jewish People
- Simon, Sidney; Howe, Leland; Kirschenbaum, Howard, Values Clarification.