Reflexiones en torno a la guerra desatada por Hamas contra el Estado de Israel

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Varios amigos y egresados de mis cursos y seminarios de Yad Vashem y la Universidad Hebrea de Jerusalén me han solicitado en estos últimos días aciagos que escriba mi opinión y vuelque mis pensamientos de la nueva guerra desatada por el movimiento Hamás y otros grupos palestinos contra Israel, para compartirlos.1

No podemos ni debemos analizar el conflicto actual sin comprender la ideología profundamente antisemita de este grupo, creado en los primeros días de la Primera Intifada palestina contra Israel en diciembre de 1987. No se trata meramente de una ideología anti sionista sino de una plataforma netamente antisemita que en esencia no ha sido modificada hasta nuestros días, fuera de de un discurso público que supo ocultar en el pasado las intenciones reales de este supuesto “movimiento palestino de resistencia nacional contra la ocupación israelí”.2 Hamás, movimiento afiliado a la rama fundamentalista sunita del Islam, desarrollada a partir de la década de 1920 en Egipto, con la llamada "Hermandad Musulmana", comparte una profunda visión antisemita de Israel y del pueblo judío con la agrupación fundamentalista chiita libanesa, Hizballah, y con el fundamentalismo de la República Islámica de Irán. Cito un breve párrafo de mi artículo sobre las nuevas manifestaciones del antisemitismo en la actualidad:

“Israel es totalmente identificada con los judíos infieles, considerados enemigos de Dios y del Islam, o ‘como partido del Diablo’. Sionistas y judíos son confundidos, borrándose las diferencias entre ambos, invocando citas del Corán respecto a la naturaleza ‘corrupta, traicionera y agresiva de los judíos’. Sólo un judío pasivo y temeroso de Dios puede ser tolerado como ‘pueblo del libro’, es decir, cuando está subyugado y a total merced de gobernantes islámicos (…) La Carta de Hamás utiliza un tono maniqueo para enfrentar a judíos, israelíes y sionistas (que aparecen de forma bastante intercambiable en el documento), no sólo con los palestinos, sino con el Islam, que, para Hamás, es sinónimo de todo lo bueno. ‘Israel, al ser judío y tener una población judía, desafía al Islam y los musulmanes’ (artículo 28). Esta afirmación, pese a ser asombrosa, no es sorprendente, dado que Hamás considera a los judíos e Israel como un mal cósmico. Hamás asegura que el sionismo ‘no duda en emprender ninguna vía ni utilizar cualquier medio despreciable y repulsivo para hacer realidad sus deseos’. ¿Y cuáles son esos deseos? ‘Acabar con las sociedades, destruir los valores, disolver la responsabilidad, hacer vacilar las virtudes y eliminar el Islam. Apoya la distribución de drogas y sustancias tóxicas de todo tipo con el fin de facilitar su dominio y su expansión’ (artículo 28). La Carta afirma que los judíos han acumulado una riqueza que les ha permitido ‘hacerse con el control de los medios de comunicación mundiales, tales como agencias de noticias, prensa, editoriales, emisoras de radio y otros semejantes’. Asimismo ‘han utilizado esta riqueza para fomentar revoluciones en varias partes del mundo, para beneficiar sus intereses y recoger los frutos. Apoyaron las revoluciones francesa y comunista, y han apoyado la mayoría de las revoluciones de las que oímos hablar’” (artículo 22).

La conclusión principal de este pensamiento perverso es la legitimidad de promover prácticas genocidas: hay que masacrar a los judíos y a los israelíes como tales. Ello se manifestó clara y trágicamente en el pogromo desatado el pasado 7 de octubre, mediante la masacre de poblaciones civiles en la zona aledaña a la Franja de Gaza, en especial kibutzim, y ciudades como Sderot y Ofakim. Pero fue también expresado en la masacre contra jóvenes que asistieron al festival de música electrónica “Nova”, cercano al kibutz Beerí, donde se estima que al menos 260 jóvenes israelíes y de otras nacionalidades fueron masacrados a mansalva en un festival de paz, en nombre de una ideología antisemita y anti moderna. Se estima que al menos 150 civiles –hay quien piensa que serán más de 200– y soldados israelíes (una pequeña minoría de ellos), fueron capturados y llevados como rehenes a la Franja de Gaza, algunos heridos de gravedad. Decenas de bebés y niños pequeños figuran en esa lista macabra, además de la enorme cantidad de bebés y niños asesinados en sus hogares durante las primeras horas de la invasión a Israel.

Como he escrito en mi artículo publicado en 2016: “Negar el derecho de Israel a su existencia, implica negar uno de los mayores logros del pueblo judío en el siglo XX, reflotando el trauma del Holocausto y poniendo en peligro la vida de millones de judíos que viven en el estado judío.” No en vano el liderazgo israelí y judío en todo el mundo, ha despertado la memoria de la Shoa, y ha asociado el terror fundamentalista palestino a pogromos y prácticas nazis genocidas durante la Segunda Guerra Mundial. Esta dimensión tan particular debe ser analizada en forma separada y sistemática.

Recordemos entonces que Hamas, en nombre de una ideología antisemita y genocida, fue el que declaró la guerra contra Israel, luego de años en los cuales prevaleció la “concepción” de que un mejoramiento de la situación económica en Gaza, gracias al flujo de centenares de millones de dólares de Qatar, y la apertura de Israel para más de 20 mil trabajadores palestinos de Gaza, mantendría el equilibrio y la cordura en ese territorio, poblado por más de 2,2 millones de palestinos. Israel bajo sus últimos gobiernos, especialmente bajo el liderazgo de Netanyahu, priorizó políticas favorables a afianzar el dominio de Hamás en Gaza, en detrimento de la Autoridad Palestina que gobierna en Ramallah y parte de los territorios de la Cisjordania (denominados por Israel como Judea y Samaria), y está liderada por el movimiento Fatah del presidente Abu Mazen (Mahmud Abás).

La respuesta israelí al ataque genocida de Hamás y la Yihad Islámica (el segundo grupo fundamentalista sunita palestino que responde en forma directa a intereses iraníes) es enérgica y adopta ribetes apocalípticos. Israel hoy en día adoptó una política de aniquilación de liderazgo político y militar palestino en Gaza, de tierra arrasada –especialmente en el norte y centro–, promoviendo una migración interna de cientos de miles de palestinos hacia el sur de la franja, para poder intentar destruir los túneles subterráneos (considerados como una ciudad subterránea muy sofisticada), y la infraestructura bélica de los movimientos fundamentalistas palestinos. El peligro es el daño colateral que estos bombardeos producen entre civiles palestinos, que genera una presión internacional para permitir ayuda humanitaria a los nuevos refugiados y a la masa de civiles palestinos, que son, de hecho, rehenes de las políticas extremistas del Hamás. Israel anunció que la población civil palestina debe trasladarse al sur del río Gaza, preparando el terreno para una incursión terrestre.

Por último, la primera prioridad de Israel debería ser, a la par de su estrategia bélica destinada a erradicar el dominio y la presencia militar del Hamás, el rescate con vida de los rehenes ocultos en esta “ciudad subterránea”. Una ayuda humanitaria debería garantizar la inmediata liberación de al menos niños y ancianos capturados, heridos de gravedad entre los rehenes, y la creación de un corredor humanitario desde la Península del Sinaí egipcia, avalado por la Cruz Roja Internacional y por las Naciones Unidas, que permita el suministro de alimentos y agua a los refugiados palestinos. Israel pretende acatar las leyes internacionales al respecto, pero cuando está siendo gravemente atacada por raquetas, misiles y terroristas palestinos infiltrados en territorio soberano israelí, difícilmente pueda continuar con esta política, asumiendo la triste realidad del uso de rehenes humanos por parte del Hamas –también la población civil palestina– a modo de escudo contra posibles ataques israelíes. En ese sentido, el movimiento Hamás ha demostrado en esta guerra su desprecio por la propia población civil palestina, y no solo de la dignidad humana.

El dilema central de Israel surgirá en caso de triunfar su estrategia de destrucción del Hamás: ¿quién gobernará en la Franja de Gaza a partir de ese día? El debate al respecto surgirá más tarde, cuando se vislumbre una salida del actual conflicto.

 

 

Escrito el viernes 13 de octubre, séptimo día de la guerra, actualizado el día 15 de octubre de 2023

 


1Con respecto al grupo Hamas, que domina la Franja de Gaza desde el año 2007, he escrito hace unos años y publicado mi análisis en el Anuario 2015-6 del Instituto de Ciencias Jurídicas de la Universidad Nacional de La Matanza, Argentina. El trabajo está a disposición en la plataforma Academia.edu, les paso el enlace: https://www.academia.edu/42828308/Nuevas_formas_y_manifestaciones_del_Antisemitismo_en_la_actualidad

2En el año 2017 hubo un intento de modificar la Carta Nacional del Hamás, adaptándola a un mayor consenso con el movimiento Fatah, pero este cambio no tuvo un impacto real en el discurso público y el accionar de Hamás.