Protagonismo juvenil y Educación para el Sentido: el camino hacia una educación transformadora

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La discusión sobre el protagonismo juvenil ha ganado creciente protagonismo en las propuestas pedagógicas contemporáneas, especialmente con las recientes transformaciones en la educación secundaria brasileña. Tradicionalmente asociado a los sindicatos de estudiantes, este concepto se remonta a principios del siglo XX, cuando se fundó el primer sindicato en Brasil en 1902, con el objetivo de promover el deporte, la cultura y el ocio entre los estudiantes. Sin embargo, fue recién en 1985, con la promulgación de la Ley “Grêmio Libre”, que se estableció el marco legal que garantiza la creación de entidades autónomas de representación estudiantil en todas las escuelas del país.

Sin embargo, la Nueva Educación Secundaria, implementada en los últimos años, ha traído una nueva perspectiva sobre el protagonismo juvenil. Más que la participación en procesos democráticos dentro de la escuela, el modelo actual coloca a los jóvenes en el centro de su propio aprendizaje. A través de Proyectos de Vida e Itinerarios Formativos, los estudiantes tienen la oportunidad de elegir las áreas de conocimiento que desean profundizar, lo que les otorga mayor autonomía en la construcción de su carrera académica. Este cambio es significativo, ya que implica una redefinición del papel del estudiante, pasando de ser un mero receptor pasivo de contenidos a convertirse en un sujeto activo y protagonista de su educación.

Sin embargo, surge una reflexión imprescindible: ¿el simple hecho de elegir un itinerario formativo es suficiente para que el alumno se convierta en un auténtico protagonista de su aprendizaje? ¿O el verdadero protagonismo requiere un proceso más profundo, que implica no sólo elegir, sino también comprender el significado de estas elecciones? Para iluminar esta cuestión podemos recurrir al pensamiento filosófico de Viktor Frankl, fundador de la logoterapia, quien ofrece una perspectiva enriquecedora sobre la educación y el sentido de la vida.

Frankl sostiene que la educación no debe limitarse a la mera transmisión de contenidos, sino que debe ser un proceso integral de formación de conciencia, que ayude a los individuos a encontrar sentido a sus vidas. En su obra "En busca del sentido", Frankl afirma:

Vivimos en una época en la que prevalece un sentimiento difuso de que la vida carece de sentido. Es por ello necesario que la educación no se limite a transmitir conocimientos, sino que contribuya a la mejora de la conciencia, para que el hombre alcance una sensibilidad suficientemente afinada para captar las exigencias inherentes a cada situación.

Para Frankl, el verdadero papel de la educación es ayudar a los estudiantes a desarrollar una sensibilidad más aguda para percibir las exigencias de la vida y el significado oculto en las situaciones cotidianas. Esto significa que la educación debe ir más allá de simplemente enseñar habilidades técnicas y académicas; es necesario alentar a los jóvenes a reflexionar sobre sus elecciones, comprendiendo el propósito y el impacto de estas decisiones en sus vidas y en el mundo.

Esta perspectiva se ve reforzada por otra afirmación de Frankl , en la que destaca la importancia de cultivar una conciencia capaz de encontrar un significado profundo a las situaciones de la vida, independientemente de las circunstancias externas:

En la era del vacío existencial, la educación no debe limitarse a transmitir conocimientos ni contentarse con la transmisión de tradiciones. Más bien, debe refinar la capacidad humana para encontrar significados únicos que no se vean afectados por el declive de los valores universales. Esta capacidad humana de encontrar el significado oculto detrás de cada situación única es lo que llamamos conciencia.

Por lo tanto, al ofrecer a los estudiantes la oportunidad de elegir sus caminos educativos, la Nueva Educación Secundaria no sólo brinda a los jóvenes la libertad de tomar decisiones, sino que también los invita a involucrarse en un proceso más profundo de autoconocimiento y búsqueda de significado. Sin embargo, para que esta elección sea verdaderamente transformadora, la educación debe desempeñar el papel de guía, ayudando al estudiante a encontrar el propósito detrás de sus decisiones.

Es en este contexto donde cobra fuerza la reflexión del rabino Lord Jonathan Sacks, eminentemente relevante para la educación contemporánea. En sus obras, Sacks analiza la importancia de comprender el valor de cada individuo en la sociedad, perspectiva que nos ayuda a repensar el concepto de protagonismo. Ofrece una poderosa interpretación del versículo 30:12 del libro del Éxodo, que habla del censo de los israelitas. Según Sacks, este versículo no pretende medir la fuerza militar o el poder económico de una nación, como ocurre en otros contextos, sino recordar al pueblo judío que su valor no está en los números, sino en la calidad de la contribución de cada ser humano. Así dice el versículo:

Cuando hagáis un censo de los israelitas para determinar su número, cada uno dará al Señor una ofrenda de expiación por su vida cuando sean contados, para que no sean afligidos con plaga cuando sean contados.

Sacks explica que, a diferencia de otras culturas que miden el valor de una nación por su tamaño, la tradición judía nos enseña que la verdadera medida de un ser humano está en la calidad de su contribución al mundo. Destaca que en lugar de "contar" a los individuos como meros números, deberíamos evaluar el impacto y el significado que cada persona aporta a la sociedad. Para Sacks, el verdadero protagonismo no se limita al número de elecciones realizadas, sino a la profundidad y el significado de esas elecciones.

Esta reflexión nos lleva a un punto crucial en la formación de los jóvenes protagonistas: la educación no sólo debe ofrecer libertad de elección, sino también ayudar a los estudiantes a encontrar el propósito detrás de estas elecciones. El verdadero protagonismo se manifiesta cuando el estudiante se da cuenta de que sus decisiones tienen un impacto profundo y significativo no sólo en su propia vida, sino en la colectiva. Como sugiere Sacks, la educación debe ayudar a los estudiantes a comprender que, incluso en un mundo de incertidumbre, tienen un papel único e irremplazable que desempeñar.

Por lo tanto, al brindarles a los estudiantes la libertad de elegir su camino educativo, apenas estamos comenzando el proceso de liderazgo. El siguiente paso es guiarlos para que comprendan el significado y el impacto de sus decisiones, de modo que puedan convertirse en agentes de transformación en sus propias vidas y en las sociedades en las que viven. Así, la educación deja de ser una simple transferencia de conocimientos técnicos y se convierte en un verdadero viaje para descubrir el sentido de la vida y construir un futuro con propósito.

 

 

Larissa, de Rio de Janeiro – Brasil, es estudiante del MA en Educación Judía del Centro Melton.