
En Chile, la celebración de la Mimuna no es una tradición común. De hecho el término en sí mismo no es utilizado localmente ya que la mayoría de las familias no celebra el Mimuna como tal. Sino más bien, se juntan a “romper” Pesaj como una excusa para volver a reunirse, lo cual en mi opinión, viene a ser una forma de Mimuna sin recurrir a las formalidades del concepto.
Más allá de su raíz en la tradición marroquí, Mimuna representa la transición entre la liberación y el renacimiento. En un nivel personal, siempre he sentido que esta festividad encapsula la renovación que prometió Pesaj, un retorno a la abundancia, la esperanza y la prosperidad que anticipamos en el futuro.
En mi caso, conocí el concepto de Mimuna bastante entrada mi adolescencia, a pesar de que siempre estuvo presente la idea de “romper” Pesaj en familia. Desde pequeña, recuerdo que el final de la festividad de Pesaj siempre significaba un momento especial, aunque no le dábamos un nombre específico. El último día de la festividad era un punto de transición entre la rigidez de las restricciones alimentarias y la vuelta a la normalidad. En mi casa, lo celebrábamos con una comida en familia, en la que el gesto de “romper” Pesaj se convertía en un acto simbólico de regreso a la vida cotidiana. Sin embargo, nunca imaginé que esa costumbre, que se sentía tan única y personal, formaba parte de una tradición mucho más amplia, que en algunos lugares se celebraba bajo el nombre de Mimuna.
En mi casa, la celebración de Mimuna siempre estuvo marcada por una tradición familiar muy especial. Después de terminar Pesaj, el día siguiente estaba reservado para una "tallarinata" que, más que una comida, era un encuentro donde podíamos revivir los mejores momentos del Seder de Pesaj. Preparar la comida, sentarse a la mesa, reír juntos, y compartir no sólo los alimentos, sino también tiempo juntos. Lo que más disfrutaba de esos momentos era la sensación de unidad que traía consigo la celebración, un espacio seguro donde la familia se reunía.
Con el paso de los años, la tradición ha cambiado un poco. Si bien el Seder se celebra en familia, los últimos años se ha puesto de moda el concepto de “After Pesaj”, donde la Mimuna se celebra en comunidad. Aunque en mi caso originalmente esta fiesta era un evento más privado y familiar, hoy se ha transformado en una ocasión para reunir a la comunidad, compartiendo una festividad que invita a la alegría y la hospitalidad. En Chile, un país donde no es común, se ha generado un espacio donde grupos y comunidades se convocan para compartir, aprender unos de otros, y sobre todo, celebrar la abundancia y la renovación que nos promete Mimuna.
En estos espacios la convocatoria puede ser hacia un grupo específico o bien abierto a toda la comunidad. En esta celebración solemos compartir pizza y tomar cerveza, escuchamos música, e incluso a veces hay artistas o harkadot de rikudim.
Personalmente, me gusta mucho el concepto de “After Pesaj” ya que más allá de ser un grupo de personas, la comunidad se convierte en una extensión de nuestra propia familia. Podemos reunirnos a contar cómo fueron nuestros sedarim, darnos tips de cocina para el otro año, hablar sobre la semana de Pesaj en general y por supuesto pasar un momento grato en un espacio que es como nuestra casa.
Esta cena que originalmente era una “tallarinata” privada, se transforma en un encuentro festivo con amigos y familiares, rodeado de la calidez de la tradición, pero también de una renovada energía de encuentro y solidaridad. Si bien siempre está esa nostalgia de quedarse en casa celebrando de forma íntima, la verdad es que celebrar Mimuna en este contexto me ha permitido expandir mi comprensión de lo que significa estar en comunidad.
La Mimuna, más que una fiesta, es una invitación a la renovación, la unidad y la esperanza. En este día, no solo celebramos lo que fue, sino lo que está por venir, reafirmando nuestra fe en la liberación, en un futuro mejor, y en la abundancia que nos rodea. A través de mis propias experiencias, he llegado a comprender la profundidad de esta festividad, que no solo simboliza la conclusión de Pesaj, sino que nos brinda un espacio para compartir y construir una nueva esperanza, juntos.
Quisiera dejar como anécdota que, a raíz de este blog, estuve conversando con algunas personas cercanas y descubrí que la gran mayoría de los jóvenes judíos tiene recuerdos o alguna noción de haber celebrado el término de Pesaj con una gran cena en familia, y curiosamente, cuando les pregunté si esa era su forma de celebrar la Mimuna, casi todos me miraron con cara extraña, ya que jamás habían escuchado el término y, sin embargo, llevan años celebrándolo. Esta reflexión me hizo darme cuenta de que, aunque el concepto de Mimuna no siempre esté presente de forma explícita, sus tradiciones y significados están profundamente enraizados en nuestras costumbres. La esencia de esta festividad no solo se encuentra en su nombre o en su celebración formal, sino en los valores que transmite: la unidad, la renovación y la esperanza. Al final, lo que realmente importa es cómo esa celebración se vive, cómo se comparte y cómo, sin saberlo, hemos estado celebrando Mimuna durante generaciones.
¡Jag Pesaj Sameaj, y que la próxima Mimuna sea en Ierushalaim!