Metodología activa: la ideología de Martin Buber en la práctica

dani_chic_byn

Invito a todos a reflexionar sobre las metodologías activas, con la educación protagonista, el diálogo, el estudiante en el centro del proceso y la metacognición. Para esta reflexión, me gustaría presentar las innovaciones de una escuela judía del sur del estado de Río Grande del Sur, una institución centenaria y reconocida que, de acuerdo con los preceptos judaicos, interpreta los cambios de la comunidad en la que vive, en la diáspora, y entiende que las escuelas son herramientas fundamentales para la formación de ciudadanos que coexisten en la dinámica social. A partir de las evidencias cotidianas de que las escuelas son espacios formativos, que deben ofrecer entornos propicios para la construcción del conocimiento y que necesitan ser cada vez más innovadoras y transformadoras, capaces de preparar a los ciudadanos para las exigencias del futuro, la administración de esta escuela comprende que ha llegado el momento de una transformación.

Los cambios ocurridos en el siglo XX han traído consigo la demanda de una nueva estructura escolar, donde se reconoce la importancia de estudiantes protagonistas, docentes en el centro del proceso y la necesidad de generar compromiso y responsabilidad en los alumnos. Mediante una planificación estratégica, metodologías activas, el desarrollo del espíritu emprendedor y un alto grado de compromiso, la escuela inicia un proceso de reinvención de la educación. El reto de comprender la nueva sociedad, al tiempo que se preserva la cultura, la religión y la identidad, ha sido identificado como una necesidad urgente. Así, el objetivo de este trabajo es presentar la conexión entre el movimiento de resignificación de la educación en el siglo XXI, la búsqueda de mantenimiento y revitalización de la imagen institucional en la sociedad gaucha, y los principios y preceptos de Martin Buber. La intención es destacar los puntos de encuentro entre la visión de la estructura escolar, la metodología pedagógica, la relación educador-educando y la transmisión del legado judaico en las ideas de Buber, en diálogo con los filósofos Gilles Deleuze y Félix Guattari, que orientan las decisiones metodológicas de la nueva estructura pedagógica de la institución.

Para iniciar este análisis, propongo comprender que este entorno educativo ofrece en su currículo una vivencia pluralista del judaísmo, fomentando el desarrollo de estudiantes protagonistas, con trayectorias educativas personalizadas en un mundo de cambios exponenciales característico del siglo XXI. Así, en esta era de transformaciones aceleradas y conexiones interpersonales extremadamente fluidas, es responsabilidad de la escuela implementar metodologías que despierten en los alumnos el deseo de aprender y convertirse en agentes de cambio social. Estas modificaciones en la sociedad actual han generado la necesidad de una nueva estructura escolar, donde se destaquen estudiantes protagonistas, docentes como mediadores esenciales y una cultura de compromiso y responsabilidad en el aprendizaje.

A partir de este análisis, surgen interrogantes que guían las estrategias e innovaciones. Algunas de ellas son: ¿la innovación que la sociedad del siglo XXI desea está contemplada en la nueva estructura educativa? ¿La educación y la formación que buscan las familias judías y otras comunidades están reflejadas en el diseño estructural de estos cambios? ¿Cómo implementar estas transformaciones? ¿Qué estrategias se deben elegir para preservar o modificar? ¿Qué nuevos caminos deben ser explorados? ¿Quiénes serán los líderes de esta transformación? ¿En qué referentes inspirarse? ¿Existe en otra parte algo similar a lo que se aspira? ¿Hay modelos en otras escuelas judías que puedan servir de base? ¿O la escuela debe desarrollar un diseño estratégico propio? Con estas preguntas en mente, la institución sigue adelante, trazando estratégicamente los próximos pasos con una visión de futuro, pero sin perder de vista su tradición.

Es esencial reflexionar sobre la recreación de modelos educativos e institucionales, promoviendo nuevas formas de enseñanza y transformando las relaciones establecidas en este espacio. Apoyados en una visión innovadora de la educación, que prepare a los jóvenes para la sociedad del futuro a través de un currículo socioafectivo que desarrolle integralmente a los individuos, las instituciones deben aspirar a cambios profundos. Las escuelas necesitan movilizarse, reflexionar y definir lo que desean preservar y lo que es necesario modificar, siempre ancladas en los preceptos judaicos y con la intención de mantener la identidad judía, nutrida por la historia y la cultura del pueblo judío.

En esta nueva arquitectura pedagógica, surge la necesidad de docentes investigadores, donde la reflexión sobre las prácticas cotidianas se convierte en una constante. La intención de la innovación es construir un ambiente en el que los estudiantes sean protagonistas de su aprendizaje y los docentes tengan espacios de autoría en su proceso de enseñanza. Apostar por un docente investigador del proceso de enseñanza-aprendizaje permite la renovación estructural de la escuela y su aplicabilidad en la interacción con los alumnos. Un enfoque pedagógico flexible facilita que los estudiantes se vean como protagonistas de su propio conocimiento. La gestión del aula debe proyectarse integrando metodologías activas con momentos de personalización, enseñanza diversificada y evaluaciones del proceso tanto por parte de docentes como de estudiantes. En un espacio donde se prioriza la co-creación, se desarrolla un ambiente propicio para el fortalecimiento de competencias.

El desarrollo de competencias implica considerar a los estudiantes como protagonistas de un aprendizaje activo y significativo. Este modelo de enseñanza transforma al alumno en un sujeto crítico, capaz de resolver problemas cotidianos y tomar decisiones que le permitan incidir en un mundo en constante cambio. Como resultado, la educación basada en competencias también responde a la necesidad de preparar a los estudiantes para el mercado laboral, estimulando la sinergia entre conocimientos, habilidades, actitudes y valores. En una escuela que prioriza a los estudiantes y sus procesos de aprendizaje, es fundamental generar espacios motivadores que desafíen y movilicen a los jóvenes en su búsqueda de conocimiento. En esta perspectiva, los mejores resultados educativos se alcanzan a través de movimientos permanentes de innovación en el aprendizaje, lo que conecta esta propuesta con una pedagogía en la que el docente es un investigador y los estudiantes constituyen un territorio de exploración y descubrimiento.

Este enfoque considera los grupos y aulas como espacios dinámicos, cargados de subjetividad, movimiento interno y constante cambio, promoviendo una relación más horizontal y menos jerárquica. Aquí se vinculan las ideas de Deleuze y Guattari a través de la metodología de cartografía, que propone que el docente actúe como un cartógrafo capaz de interpretar la realidad como un plano de composición de elementos heterogéneos y de función heterogenética.

En la filosofía de Buber, los seres humanos son seres de encuentro, y estos encuentros se nutren del diálogo y de relaciones auténticas de Yo-Tú, donde la escucha tiene un valor profundo. La práctica pedagógica debe incorporar estos principios, promoviendo el diálogo, el intercambio y la construcción conjunta del conocimiento.

El enfoque de Buber se centra en la comunidad y la experiencia, con una perspectiva indiscutiblemente constructivista, inclusiva y pluralista, donde la presencia del otro es esencial para la constitución del sujeto. Esta interacción fomenta la adquisición de conocimientos y la construcción de una sociedad más justa, ética y responsable, cuyo pilar fundamental es el diálogo. Para Buber, la prioridad en el proceso de enseñanza-aprendizaje es desarrollar la habilidad de relacionarse y comunicarse con los demás, destacando competencias individuales como canales de momentos únicos y enriquecedores de intercambio. Consideraba fundamental el ambiente escolar como un espacio de confianza donde el educador participe activamente en la vida de los estudiantes, más allá de lo meramente pedagógico, para que el encuentro educativo ocurra de manera integral y responda a las necesidades reales del alumnado. Desde su visión, el verdadero educador es aquel capaz de potenciar las habilidades individuales del estudiante y ponerlas al servicio del desarrollo de su comunidad.

Esta visión educativa se materializa en la nueva estructura escolar, donde los fundamentos de las estrategias pedagógicas se entrelazan con la filosofía de Buber. A través de este trabajo, busco alimentar la semilla de inquietud que Buber sembró en el siglo XX, con su visión de la constante actualización de la educación judía como fuente de preservación y transmisión de un legado milenario a lo largo de los siglos.