Melton Presenta: Eliezer Max

La fiesta de la torá, para tercer grado, es una de las principales celebraciones en la escuela Eliezer Max.

A través de las historias de protagonistas y profesionales de estas instituciones, buscaremos resaltar la labor y el impacto que tienen las personas y las comunidades en la educación judía en la región, poner en valor sus experiencias, y promover una educación de calidad que refuerce la identidad judía y contribuya al crecimiento de los alumnos. Hace unas semanas, conversábamos con docentes y directivos de Martín Buber. Esta vez toca otra institución: Eliezer Max.

“Escuela Eliezer Max”, de Río de Janeiro, Brasil
Dos escuelas tradicionales y consagradas en la comunidad judía carioca (la Escuela Israelita Brasileña Eliezer Steinbarg, fundada en 1954 y el Colegio Max Nordau, fundado en 1950), se fusionaron en 2001 para crear una nueva institución. El proceso fue arduo y desafiante, cuenta Bruno Gottlieb, ex alumno y hoy Director Administrativo de la Escuela, porque tuvo como objetivo amalgamar los dos patrimonios y perfiles distintivos de las dos instituciones: la corriente humanista y progresista, y la perspectiva sionista. “Tomó casi 10 años el proceso de conformación y estandarización identitaria. En ese proceso fueron clave los valores de Theodor Herzl, Ben Gurión y Golda Meir, pilares que se consideraban fundamentales en las escuelas que se fusionaron”, comenta Bruno. 

Como consecuencia de esa misión inicial –dejar de ser una fusión de escuelas y empezar a ser una nueva institución con identidad clara–, Eliezer Max se caracteriza por tener puesta la mirada en el presente y contemplar la sociedad en la que se inserta, para construir una identidad judaica basada en el respeto incondicional a la memoria del pueblo judío y la subjetividad de cada alumno. Su misión hoy es mantener la llama de un judaísmo relevante “que consiga tocar a las personas en su identidad”, dice Bruno. Por eso se constituye como “una escuela judía de tradición humanista, pluralista, que busca la excelencia académica y que postula los valores judaicos y universales de la justicia, la democracia y la alteridad”, agregan Silvia Zajler Grinstein (Bilba) y Paulo Miragaya, graduados de nuestra maestría y docentes del área de Cultura Judaica en la escuela. 

Mirando hacia adelante
Sobre los desafíos de Eliezer Max, Bilba hizo hincapié en la problemática de la captación de alumnos, además de las características del mercado laboral, que en la actualidad demanda una gran cantidad de contenidos específicos y, en ese sentido, puede restarle relevancia a los contenidos judaicos. Por eso, muchos de los proyectos de la escuela hoy se centran en la valoración del ser humano y en la integración de la cultura judía con otras áreas de estudio. Por ejemplo, a través de la interpretación de las historias y valores de la torá, la escuela aborda problemáticas contemporáneas y promueve valores como la empatía y las relaciones humanas. 

Los cambios relacionados con la tecnología también inciden en los desafíos de la institución: “la tecnología ha revolucionado desde los 90 hasta los 2020 la vida de las personas en la actualidad, y nuestro desafío es que mirar hacia el futuro sin olvidar el pasado, sin olvidar de dónde venimos, qué querían los fundadores de la escuela cuando decidieron crearla”, explica Bruno, quien también reconoció la importancia de la formación docente y su impacto en la cultura institucional.

Apostar a la formación
Para la escuela, mantener el judaísmo en el centro del proyecto educativo implica llevar a cabo proyectos como un viaje internacional a Israel para los estudiantes de secundaria, con el fin de lograr “una inmersión profunda en la sociedad israelí: su belleza, desafíos y complejidades”, cuenta el director, además de apostar a la capacitación docente permanente, acompañados por el Centro Melton y su Maestría en Educación. Desde que parte de su equipo docente se graduó, además de promover la formación para otros docentes que se encuentran hoy cursando sus estudios, desde la institución notaron diferencias importantes en “los mensajes que transmitimos a las familias y a los estudiantes y en la forma en que debatimos el judaísmo, porque aumentamos nuestras convicciones y sumamos conocimientos”, agrega.

Bilba, Coordinadora de Cultura Judía en educación inicial y primaria, cuenta que cursar la Maestría Melton amplió sus perspectivas, a través de una amplia bibliografía y muchas recomendaciones de textos, además de enseñarle cómo investigar y encontrar varios puntos de vista acerca de un mismo tema, desde diversas ramas de estudio (historia y filosofía), y distintas corrientes del judaísmo. Para Paulo, Coordinador de Cultura Judía para primaria y secundaria, fue un privilegio como educador formar parte de las discusiones centrales de la Educación Judía en el presente, además de conocer producciones académicas y discusiones que se dan en el ámbito universitario, a las que no había podido acceder en su formación profesional. Ambos coinciden, además, en la importancia del intercambio con docentes de todo el mundo, que amplía las perspectivas en su labor como docentes y también los enriquece como personas. 

Desde el Centro Melton nos enorgullece tener entre nuestros estudiantes profesionales de la Educación Judía como Biblia y Paulo, y nos alegra comprobar que sus conocimientos traspasan el espacio académico: son aplicados en sus espacios de enseñanza y en contextos desafiantes, donde la continuidad de la Educación Judía es una prioridad y un valor que continuamente se fortalece. 

Agradecimientos:
Silvia Zajler Grinstein (Bilba), graduada de la Maestría en educación judía del Centro Melton, cohorte 2021-2022. Coordinadora Especial de Cultura Judaica.
Paulo Miragaya, graduado de la Maestría en educación judía del Centro Melton, cohorte 2021-202. Coordinador de Cultura Judaica.
Bruno Gottlieb, Director Administrativo de la Escuela.