Las bases de un liderazgo transformativo

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A finales de la década de los 80, la comunidad judía en EEUU atravesaba una crisis sin precedentes. La pérdida de valores, conocimientos y compromiso con el judaísmo –en todas sus expresiones– se manifestaba en una explícita falta de interés con la vida judía comunitaria. El gran porcentaje de casamientos mixtos y el crecimiento en la asimilación ponían en serio riesgo la continuidad de esa importante comunidad.

Se formó una comisión para buscar soluciones y alternativas a semejante situación. En su reporte a la comisión, el Prof. Seymour Fox (1990) propuso cinco líneas de acción:

  1. Profesionalizar la educación judía, involucrando a las mejores instituciones y universidades en esa tarea.
  2. Movilizar los principales recursos comunitarios para que soporten el esfuerzo educativo.
  3. Crear “laboratorios” de práctica, para diseñar las mejores prácticas pedagógicas.
  4. Desarrollar una estructura de investigación en el campo de la Educación Judía.
  5. Crear un consejo para nuevas iniciativas en ese campo.

Fox fue uno de los líderes más destacados de las últimas décadas. Fundó –entre otros– el programa de Liderazgo para Educadores Judíos del Centro Mandel; así como de la Escuela de Educación en la Universidad Hebrea de Jerusalén (que hoy lleva su nombre). Si el desafío de las comunidades judías es la continuidad, debemos entonces demostrar la existencia de un vínculo entre continuidad y educación judía. Fox se preguntaba, en otro trabajo, acerca de esta relación y de la necesidad de profundizar en esta tarea.

En su reporte a la Comisión de Educación de la Unesco, Jaques Delors (1997) sostenía la existencia de cuatro dimensiones de la educación:

  1. Aprender a conocer - (learning to know)
  2. Aprender a hacer - (learning to do)
  3. Aprender a convivir - (learning to live together)
  4. Aprender a ser – (learning to be)

¿Qué pasaría si intentáramos aplicar estos cuatro principios a nuestra práctica diaria?

Al igual que en la propuesta de Fox, hablamos aquí de cuatro principios eminentemente prácticos; como en aquel informe, estos principios son un llamado a la acción. El liderazgo transformativo es justamente, un liderazgo que llama a la acción, al cambio, a la renovación en las prácticas, a cambiarlas profundamente.

Aprender a conocer da cuenta de la importancia en la calidad, profundidad y relevancia de los contenidos que nuestros niños y jóvenes aprenden en los diferentes marcos educativos: aprender en profundidad nuestra historia, nuestras fuentes, nuestra literatura, nuestros pensadores. El judaísmo es al mismo tiempo una cultura milenaria y joven, y la creación es amplia, profunda e inagotable. Hablamos también de las herramientas conceptuales y metodológicas necesarias para que los alumnos puedan continuar por sí mismos en este proceso, en lo que se denomina “Life Long Learning” o, en otras palabras, el “Jewish Life Long Learning”.

Aprender a hacer es la dimensión moral de nuestra práctica. ¿De qué manera nuestra cultura y pertenencia a este pueblo nos compromete a conducirnos de determinada manera, a realizar determinadas prácticas? No se habla de un solo tipo de práctica sino de elegir las que sean más adecuadas para cada contexto, tradición y corriente, en el rico y diverso mundo judío.

Aprender a convivir es aprender a construir convivencia, construir comunidad con aquellos que se nos parecen y con aquellos que son diferentes.

Aprender a ser refiere al desarrollo individual y la posibilidad de realizar plenamente el potencial individual de la persona.

Podemos pensar estas cuatro dimensiones como una pirámide invertida: el vértice representa el conocimiento, que es el fundamento y nutriente de todo el proceso. Sobre él, la acción, luego vivir juntos, y, por último, aprender a ser. El conocimiento, en el vértice, se ensancha y enriquece a medida que se sube en la escala educativa; siendo la culminación de la misma la posibilidad de autorrealización; que se ha basado en las anteriores.

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El liderazgo transformativo llama a la acción en cada una de estas dimensiones. Todo empieza en el estudio, en la profundización, en el esfuerzo continuado. La profesionalidad se construye con tiempo, con esfuerzo, con perseverancia. El liderazgo se forma estudiando, profundizando, compartiendo y conviviendo. El liderazgo transformativo en educación, y en educación judía, comienza en la transformación personal, mediante el estudio y la acción; el trabajo cooperativo y la autorrealización.

 

Dr. Marcelo I. Dorfsman

Director de la Maestría Internacional en Educación Judía – español, portugués, inglés.

Centro Melton, Escuela de Educacion Seymour Fox, Universidad Hebrea.