La vida después del 7/10 - Intentar “volver a la rutina” en medio de la guerra.

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Han pasado varias semanas desde que la vida se detuvo para 1400 israelíes y para las cientos de miles de familias que se transformaron. La tragedia del 7/10 cambió por completo la cotidianeidad. No es el pasado, sino el presente y el futuro los que se proyectan diferentes. En cualquier ciudad de Israel es imposible salir a la calle y permanecer ajeno al cambio. La ausencia de turistas es muy notoria. Las calles y los centros comerciales están menos concurridos. Hay nuevos locales que ofrecen donaciones de ropa y muebles, provisiones para los soldados, y otros insumos que pueden ser necesarios en este contexto. En cada rincón del país, los anuncios que muestran dónde está el refugio antimisiles más próximo, se mezclan con los afiches que piden por la liberación de personas secuestradas y los carteles que recuerdan a quienes fallecieron. La plaza Dizengoff en el centro de Tel Aviv tiene un altar donde arden miles de velas en su memoria y muy cerca de allí, donde hace meses había protestas todos los sábados por la reforma judicial propuesta por el gobierno, hoy hay una mesa de shabat que espera que vuelvan los secuestrados. En el Centro Melton no preguntamos si es posible “volver a la rutina”. Por eso, les preguntamos a profesionales e israelíes: ¿lo creen necesario? ¿Lo intentan? ¿Cómo? 

Una nueva “normalidad”
“Mis pacientes han comparado reiteradamente esta situación con los momentos de cierre de espacios públicos durante la pandemia”, dice Maia Goldberg, psicóloga de la UBA (Argentina). Maia vive en Israel e integra la red “Psicólogos Solidarios”, creada para atender de manera gratuita a personas que fueron afectadas por la guerra en Israel. Un día después de los atentados, la red ya comenzaba a organizarse para atender de manera voluntaria y gratuita, a pacientes que requieran acompañamiento profesional. Además, se capacitaron junto a profesionales en trauma y postrauma. “La gente que tiene hijos, especialmente, transformó sus rutinas. Muchos no están pudiendo trabajar porque los jardines y escuelas no abren todos los días, y sus hijos están en casa y requieren cuidados”, cuenta Maia, quien trabaja en atención clínica y es Case Manager en Shikum Nafshi (o Kidum) una empresa israelí de rehabilitación psicológica.

En algunas industrias clave de la economía israelí, como el turismo, actualmente no hay trabajo, y muchas personas han sido suspendidas de sus tareas. Pero en otros sectores, como el de inteligencia, se requieren cada vez más personas y los equipos de trabajo están reducidos. “Me dan turnos extendidos en la oficina porque de los veinticinco que somos normalmente hay diez que están en la reserva, entonces repartimos la carga entre los que estamos”, cuenta Gastón, que trabaja en el área de inteligencia en Jerusalén. “Somos muchos los olim en mi ciudad (Carmiel) y varios tienen miedo de salir a la calle e ir a trabajar. También se ve poca gente en los centros comerciales. Pero lo peor es el silencio y las caras de tristeza”, cuenta Andrea Recepter, que tiene dos hijos y uno de ellos está a punto de enrolarse en el ejército.

Desde el colectivo de psicólogos reconocen que se trabaja de manera diferenciada con aquellas rutinas que fueron “transitoriamente trastocadas”, aquellas que cambiaron para siempre, y aquellas que derivan en un trauma contínuo. En ese sentido, Maia Goldberg hace una distinción entre grupos vulnerables y aquellos que no lo son. Los profesionales de la red notan, explica Maia, que niños y niñas (en especial los que viven en el sur del país y tuvieron que dejar sus casas) están entre los más afectados, pero también los olim jadashim “que no están cien por ciento adaptados ni acostumbrados a vivir una situación así”. Muchos de ellos dejaron temporalmente el país, otros se mudaron a zonas con menor intensidad de alarmas, mientras que otros decidieron volver definitivamente a sus países de origen debido a esta situación. También hay quienes tienen más recursos para atravesar la crisis: “la gente que suele tener ansiedad o depresión puede sentirse de alguna forma más acompañada cuando las circunstancias de incertidumbre afectan a otras personas además de a ellos”, reflexiona Maia. Incluso pueden poner en perspectiva sus conflictos cotidianos y pensar que no eran tan graves como parecían antes del 7 de octubre. 

Volver a empezar
“Recién ahora vuelvo a escuchar música y a hacer ejercicio”, cuenta Camila de Haifa, quien a partir de los ataques terroristas estuvo semanas sin poder hacerlo. Volvió a trabajar luego del comienzo de la guerra y fue de gran ayuda “para poder tener la cabeza en otro lado y no estar todo el día viendo las noticias o las notificaciones de misiles”, aunque reconoce que su ánimo y el de su familia y sus compañeros de trabajo, no mejora demasiado todavía. “Antes lo hacía más, pero ahora si puedo, no veo las noticias”, dice Mariana de Ramat Gan, y que tres semanas después de los atentados pudo volver a su trabajo, aunque aún se siente rara haciendo las cosas que antes hacía a diario, “no me puedo sentar a ver una serie, lo intenté y me parece tan banal que no puedo”, agrega. 

Para David Pinto, coordinador de la red Psicólogos Solidarios, “hay que derribar el concepto de ‘volver a’” y pensar en ‘empezar a’ porque ya nada va a volver a ser como antes”. Él considera importante entender este momento como una nueva realidad, ya que esto abre la posibilidad de resiliencia. Su premisa es que la terapia y la contención generan un espacio para restablecer cierto orden que los ayuda a volver a confiar y adaptarse a una nueva rutina. “La gente en Israel se sentía protegida, pensaba que esto no podía pasar. Ahora, se siente vulnerable y eso les cambia toda su realidad”, cuenta. 

La conmoción generada por los atentados depende de muchas variables, pero “es esperable que en hasta un veinte por ciento de la gente genere un postrauma a partir de esto”, explica Maia Goldberg. El informe publicado por el Centro de Trauma y Resiliencia Natal, una organización israelí sin fines de lucro, reconoce un aumento en la cantidad de llamados recibidos con pedidos de asistencia y tratamiento a partir del 7 de octubre del seis mil por ciento. La organización tuvo que duplicar su plantel de profesionales para dar atención a más de once mil consultas desde entonces. Lo cierto es que los efectos sobre la salud mental no sólo se pueden activar en momentos aleatorios “porque el trauma es energía atascada en el cuerpo”, cuenta la psicóloga, sino que a veces son difíciles de entender para las demás personas. “Es muy distinto tener una pierna rota que tener ansiedad. No todas las empresas saben cómo manejarse en relación a las necesidades de salud mental como sí suele pasar con las enfermedades tradicionales”, reflexiona. Mariana, después de 14 años en Israel, dice sentirse hoy más israelí que nunca y cree que el país va a salir fortalecido. “Ojalá no estemos tan divididos como antes: que seamos más humildes, empáticos y que sepamos que sólo nos tenemos a nosotros mismos”, finaliza. 

Millones de israelíes y cientos de miles de personas en todo el mundo, cambian sus rutinas para involucrarse en voluntariados, campañas de donación y difusión. Cambian sus recorridos diarios para participar de acciones en la vía pública para pedir por el regreso de las personas secuestradas. Se mobilizan en las redes para pedir por el fin del terrorismo. Se quiere visibilizar los horrores cometidos por Hamas, para que esta guerra no sea una rutina, para que todas esas rutinas que cambiaron para siempre puedan rearmarse y seguir construyendo el futuro de Israel.


(Foto - Fuente: Times of Israel)