
La crisis que atraviesa Israel desde la madrugada del 7 de octubre tiene consecuencias en todos los ámbitos de la vida, incluida la Universidad. Estudiantes, profesores, autoridades y personal no docente, así como la sociedad israelí en su conjunto, atraviesan angustia, estrés y ansiedad. “Es un momento difícil para el Estado de Israel y dentro de él la comunidad universitaria (...) La gran mayoría de los miembros de la comunidad universitaria están conmocionados por lo sucedido y comprenden que aquí se cometió un terrible crimen de lesa humanidad”, sostienen el presidente Profesor Asher Cohen, el rector Tamir Shafer y el director ejecutivo Yishai Frankel, autoridades de la Universidad Hebrea de Jerusalén, en su carta conjunta a la Comunidad Universitaria enviada el 1ro de noviembre.
Los directivos se refieren a los miembros de la comunidad (profesores y estudiantes) que fueron reclutados como reservistas del ejército y anticipan que, dependiendo de la evolución de la guerra, y “cuando se considere que la situación del país lo permita”, en coordinación con todas las universidades, la apertura del año académico no comenzará antes de diciembre, casi dos meses después de lo programado. Una consideración central para determinar la fecha definitiva será el estado de los reservistas, a quienes buscarán garantizarles una integración óptima, y les brindarán apoyo financiero, tutoría y asistencia para completar sus estudios.
¿Cómo atraviesan la guerra los estudiantes israelíes? ¿Qué experiencias tenemos de otras guerras que hayan afectado a esta comunidad? ¿Podemos anticipar lo que vendrá en los próximos meses? Aunque lejano en el tiempo, el antecedente de la guerra de Iom Kipur puede ilustrarnos con las perspectivas que conviven en la comunidad estudiantil en situaciones similares.
El regreso a la rutina
Fue también en diciembre, pero hace 50 años, en 1973, que estudiantes de todo el país volvieron a clases posteriormente al estallido de la guerra de Iom Kipur. En ese contexto, Kan, el canal de la televisión pública israelí, produjo un documental que muestra el regreso a clases en condiciones inusuales, con muchos estudiantes en la reserva y otros imposibilitados de participar en las clases. Según reflejan las cifras oficiales, dos tercios del alumnado asistió a las primeras clases en la Universidad Hebrea. En el área central del país, alrededor del 70% asistió a la Universidad de Tel Aviv y una cifra similar lo hizo en la Universidad Bar Ilan, de Ramat Gan. El plantel de profesores tampoco estaba completo.
Mientras la actividad en pasillos y áreas comunes aumentaba, las carteleras de anuncios reflejaban el apoyo a los reservistas, y ofrecían atención y contención por parte de profesionales de la salud de cada universidad. En el Instituto Israelí de Tecnología, conocido como el Technion, de Haifa, por esos días se veía una postal inusual: las estudiantes eran mayormente mujeres. Este sesgo de género también fue notorio en la Universidad Ben Gurión, de Beer Sheva, a la cual el primer día asistieron la mitad de los inscriptos; el 35% de los estudiantes del área de Ciencias y tecnología, y el 80% del alumnado de la facultad de Artes y en la de Ciencias sociales. En todas las instituciones se garantizaron facilidades para que los reservistas pudieran completar sus estudios, como flexibilidad en las fechas de examen, horas de clase adicionales para recuperar lo perdido, y distribución gratuita de apuntes y transcripciones de las clases. A algunos de los estudiantes, además, se les permitió cambiar la sede de sus estudios para estar más cerca de sus bases militares.
Sin embargo, no todos los alumnos consideraban correcta la decisión de comenzar el ciclo lectivo a dos meses de iniciada la guerra. “No me parece justo que otros no puedan estudiar y nosotros lo estemos haciendo igual”, afirmaba un estudiante que opinaba que las facilidades no tienen el mismo sentido para quienes estudian en un laboratorio normalmente (y no pueden hacerlo en tiempos de guerra) que para quienes sólo tienen que leer. Otra estudiante sostenía que “no podemos hacer vida normal porque esto que pasa no es la vida normal”. A favor de comenzar, una de las alumnas reflexionaba: “Los árabes querían interrumpir nuestra vida y si nosotros no comenzamos a estudiar estarían cumpliendo su objetivo”. Finalmente, otro estudiante, parafraseando a David Ben Gurión, decía que: “él nos hubiera dicho que estamos obligados a continuar los estudios como si no hubiera guerra y seguir peleando la guerra como si no hubiera clases”. “Estoy estudiando un doctorado en Zoología y este año tendría que dedicarme a escribir mi tesis. Ya terminé la parte de investigación y tengo una asistente que me está ayudando con algunas cuestiones finales de esa parte. Se pospusieron las fechas, pero una de las cosas que me preocupa es poder dedicarme a eso”, explicaba otro estudiante. Enseguida, el reportero de televisión le consultó si era posible terminar lo pendiente desde donde estaba, parado justo al lado de un tanque en su base militar. “No, acá no hay ninguna chance. Ni de sentarse a planear ni de escribir. Y eso duele. Al mismo tiempo pienso que ojalá estos fueran nuestros principales problemas”, reflexionaba.
Presente y futuro: la educación y la guerra
"La educación no es un servicio esencial en la guerra", afirma el profesor y experto en educación Yoram Harpaz, en un artículo publicado por el diario israelí YNet. "La educación se ocupa del futuro, mientras que en la guerra nos ocupamos del presente. El objetivo de la educación es enseñar a los niños a pensar, pero en tiempos de guerra piensan menos, sienten más. Y ahora todos sentimos miedo, ira y deseo de venganza. Pero las escuelas no son centros de tratamiento, ese no es el papel de los maestros”, agrega.
En otro artículo del mismo medio, el Dr. Adar Cohen, Director Académico y responsable de la carrera docente en la Escuela de Educación de la Universidad Hebrea de Jerusalén, reconoce que volver a la escuela no es un castigo ni una carga, sino parte del proceso de fortalecimiento de la sociedad que también beneficiará a las fuerzas armadas. “El intento de regresar a la escuela es parte del esfuerzo nacional para mantener la resiliencia” que nos permite mostrarles a los combatientes que la protección que nos brindan nos ayuda y nos permite volver a la rutina”. Cohen asegura que conectarse con el estudio les permite a los niños activar sus habilidades cognitivas y así reducir la ansiedad, aunque reconoce que es necesario conversar con los alumnos acerca del contexto que les toca vivir el mismo día del regreso a clases, escuchar sus preguntas y reflexiones y validar sus miedos y preocupaciones.
Los cómo, cuándo y porqué del regreso a la rutina después de un trauma colectivo como el que vive la sociedad israelí, requieren discusiones y entendimientos; eso que solemos buscar quienes habitamos espacios universitarios: debates respetuosos con empatía y priorizando el aprendizaje. Construir consensos en tiempos tan violentos no es sólo posible, sino también necesario.
Fuentes:
https://archive.kan.org.il/main/news/news-local/14137/
https://www.ynet.co.il/parents/educationtime/article/skpnxn0bt
https://www.ynet.co.il/parents/educationtime/article/bkymgvifa#autoplay
https://www.ynet.co.il/parents/educationtime/article/rygbc8fzp