
En cada país, cultura o sociedad, las experiencias de los espacios educativos judíos son diversas, pero en relación a los tamaños de las comunidades en las que están insertos, pueden enfrentar desafíos muy parecidos. Uno de ellos está ligado a las oportunidades y a las formas en que se da la integración de la población no judía. Me refiero tanto al plantel docente como al alumnado.
Enriquecer la formación de estos docentes del área no judaica y de diversos campos disciplinares en la idiosincrasia comunitaria y en la razón de ser de la institución judía, es una de las fortalezas del programa de maestría que brindamos desde el Centro Melton. Por eso, invitamos a integrantes de nuestro alumnado y a profesionales del campo de la educación que trabajan cotidianamente en la integración de personas no judías a pensar sobre las particularidades en sus países y comunidades: ¿en qué contextos suele darse esta integración? ¿Qué desafíos enfrentan las personas no judías cuando se integran a una institución judía? ¿Cómo se facilita la integración desde la coordinación? ¿Cómo se enriquecen las instituciones con la diversidad?
El desafío de supervivencia
“Soy producto de una comunidad pequeña. Crecí en un Montevideo con veinte mil judíos y cinco colegios, de los cuales hoy quedan sólo dos. Por esa razón, las comunidades pequeñas son mi debilidad”, cuenta Aliza Eskenazi, que trabajó como docente, asistente, asesora pedagógica, psicóloga y morá en distintas instituciones de Argentina, Colombia, El Salvador y Uruguay. Aliza explica que estas comunidades tienen como principal objetivo el asegurar la transmisión de los valores judaicos a las generaciones jóvenes y por ello es que reciben el apoyo de profesionales como ella con los brazos abiertos, “están luchando por su continuidad, me generan mucho compromiso”, agrega.
En base a sus experiencias, Aliza diferencia a las escuelas judías que llevan la inclusión de alumnos no judíos en su visión, porque son colegios abiertos, de aquellos en los que la apertura se da por la necesidad de sustentabilidad del proyecto, para hacerlos viables. En estos casos se trata de un “abrirse desde el dolor”, como lo define Eskenazi, que deja una huella en la realidad cotidiana que, con el paso de los años, sigue estando presente en los vínculos, en las formas de dar clase, en “tener a los otros como invitados”, explica. En ese sentido, ella siempre aconseja a las instituciones que estén en el proceso de abrirse a alumnos no judíos, repensar su tipo de proyecto para no hacer lo mismo que se hacía anteriormente con un público distinto, y para cambiarle el sentido a ese “nosotros” que muchas personas dentro de la institución tienen naturalizado. “Es todo un entrenamiento no dar cosas por sentado o hablar en terminología que no todo el mundo entiende, sino explicar; no hablar de nosotros los judíos, sino de el pueblo judío, para incluir a la diversidad y entender que existe heterogeneidad”, sostiene.
Valores universales y humanos
¿Cómo se educa en el judaísmo incluyendo a la diversidad? Una de las claves para generar pertenencia, explica Aliza Eskenazi, son los valores judíos que son al mismo tiempo valores universales, como el Tikun Olam. “En el Colegio Colombo Hebreo, de Bogotá, en un momento que en Ciencias Sociales se estaba trabajando la inmigración en el mundo, el movimiento migrante y los refugiados, encontramos casi 40 fuentes de la Torá sobre cómo hay que tratar el extranjero, así que trabajamos sobre eso”, recuerda. Para ella, la actitud de puertas abiertas en las instituciones comunitarias que se debe propiciar implica permanentemente “valorar lo que el otro me aporta, y lo que ganamos todos en el intercambio y en la convivencia”, por eso es que la integración tiene beneficios para las comunidades a corto y largo plazo.
Hyeji Kim nació en Corea del Sur y trabajó como asesora en instituciones educativas de Seúl. Hoy vive en Estados Unidos y está estudiando la Maestría Melton, porque estaba interesada en entender cómo se educa en instituciones judías y cuáles son los valores fundamentales de la cultura judía. Sostiene que uno de sus aprendizajes es acerca de la importancia que se otorga a distintos aspectos de la identidad. “Hay una intención de focalizarse en la identidad colectiva sin perder las identidades individuales, eso es importante para el mundo en el que vivimos: saber que cada uno de nosotros es único, pero también tener en mente a quienes viven alrededor”, explica. “Pensarse como una comunidad que tiene un rol para la sociedad nos enriquece a todos”, agrega. Hyeji recuerda las cinco patas del judaísmo que conoció estudiando a Abraham Infeld –en el marco del curso Ciencias Sociales y Educación Judía del profesor Yehuda Bar Shalom–, y que la ayudó a entender mejor la cultura. Además, mencionó la convivencia en la diversidad, el compromiso con la transmisión a las nuevas generaciones, la paz y la aceptación de las diferencias como valores judíos fundamentales sobre los que aprendió en sus estudios.
“Nuestra visión del judaísmo es pluralista. Tenemos familias conservadoras, religiosas, familias que no practican su judaísmo y familias no judías también. Pero hay muchos valores que compartimos”, cuenta Yael Fleichman, directora general del Colegio Estado de Israel, de Paraguay, y graduada de nuestra maestría. Para ella, la integración de alumnos provenientes de distintos contextos enriquece a la comunidad educativa, les permite preguntarse sobre los valores que hay por detrás de las tradiciones y no dar nada por sentado. Yael sostiene que muchas familias eligen escuelas judías para sus hijos, aún sin ser parte de la comunidad, por esos valores universales: “el valor de la familia, del respeto, de la resiliencia, del trabajo, el esfuerzo, el estudio en comunidad y el lugar que le damos a la educación”, agrega. En su escuela realizan jornadas de capacitación en contenidos judaicos todos los años para formar a quienes se integran al plantel sin una formación comunitaria, pero también tienen shlijim que se acercan “para traer algo de cultura israelí” y siempre discuten con el equipo docente cómo realizar la transversalización de contenidos a toda la currícula.
Así como la educación judía puede ser una herramienta para interpelar a personas de diverso origen y religión, cualquier educador puede ser un educador judío y comprometerse con los desafíos que tienen las instituciones y la comunidad. Por eso, desde el Centro Melton apostamos a capacitar en valores, historia y cultura judía a quienes posibilitan con su tarea la continuidad de nuestro pueblo en cada texto, en cada clase, cada acto escolar y viaje de estudios.
Agradecimientos
Aliza Eskenazi es educadora y psicóloga graduada en la Universidad de Buenos Aires y tiene una maestría en Comunicación e Imagen Institucional. Ha capacitado a docentes, coordinadores y directores de escuelas como así también de espacios no formales, en Argentina y en el exterior. Ha dirigido colegios a nivel local e internacional.