¿Qué opinan los estudiantes sobre el regreso a clases?

Estudiantes que se voluntarizan para ayudar (Times of Israel)

“Para mí es absurdo: un tercio de los estudiantes de grado está en la reserva y decenas están muertos”, dice Pablo, estudiante de Doctorado en Historia de la Universidad de Tel Aviv, cuando le consultamos si está de acuerdo con el regreso de las clases en las universidades. La tensión que ilustra la pregunta está permanentemente en el aire, en los intentos de “seguir” con la rutina que se pausó el 7/10, y en otros cambios inevitables que atraviesa la sociedad que pronto serán parte de su vida cotidiana. Pablo no pudo volver a su departamento del Campus en Ramat Aviv (Tel Aviv), en el que vivía desde que comenzó a cursar sus estudios, a fines de 2021. La masacre cometida por Hamás hace casi dos meses ocurría mientras exponía su trabajo de investigación en un congreso, en Alemania. Ahí se quedará hasta que se reanuden las clases, aunque no tiene la certeza de cuándo será.

Hasta hace unas semanas, el comienzo del ciclo lectivo estaba previsto para el 24 de diciembre. Hace dos semanas, en el comunicado emitido para estudiantes de la Universidad Hebrea de Jerusalén por el profesor y decano Guy Harpaz y el profesor y vicerrector de asuntos académicos Lilach Sagiv, eso ya no se menciona. Aunque indican que la fecha sigue siendo “a fines de diciembre”, no hay mención una exacta. Según informan, la Universidad Hebrea se encuentra preparando el inicio de clases y brindando toda la información posible “con el objetivo de reducir la incertidumbre”.

Lo que se sabe hasta ahora
“Al principio de la guerra, lo último que se me vino a la cabeza fue ‘¿qué va a pasar con la universidad?’”, recuerda Melina, estudiante, de 24 años. Con el paso de los días y la nueva rutina que fue desarrollando, explica, “me di cuenta de que no íbamos a poder estudiar pronto, aunque lo consideré una buena decisión, por aquellos que no pueden estudiar hoy y que nos están defendiéndo a todos”. Melina está cursando sus estudios de grado en Ciencia Política y Estudios de Medio Oriente e Islam en la Universidad de Haifa. Más allá de comprender la situación, estaría feliz de poder empezar el semestre lo antes posible. “Pienso en eso todos los días”, cuenta. A Victoria, que estudia Lingüística y Estudios Latinoamericanos en la Universidad Hebrea de Jerusalén, el cambio abrupto que ocasionó la guerra en su cotidianeidad la hizo sentir “perdida y molesta”, asegura. “Como alguien que disfruta de los estudios, sentí que me estaban quitando una gran parte de mi rutina. De repente tenía mucho tiempo libre y casi nada que hacer con él”. También está de acuerdo en que la decisión fue comprensible, porque “nadie estaba mentalmente en condiciones de hacerlo”.  

El problema es que las universidades hoy deben ocuparse de cuestiones logísticas que hacen todos los años, pero también de responder a las demandas específicas que ocasiona la crisis actual: desigualdad entre los estudiantes que están en la reserva y los que no, tensiones políticas entre estudiantes y en el cuerpo docente, demandas de atención psicológica y de asistencia económica. Es un escenario nacional conflictivo, aunque algo habitual en tiempos de guerra. En el documento oficial de la Universidad Hebrea se menciona que en el ciclo lectivo 2023-2024 serán dos los semestres, con 11 semanas de clases cada uno. Desde la institución, explican, se proveerá asistencia de tutores y profesionales de salud mental de forma individual y se harán excepciones con el pago de las matrículas y los alquileres de dormitorios en el campus. También el periodo de exámenes será aplazado y flexibilizado para todos los estudiantes –y los reservistas en particular–, las clases serán frontales (aunque se grabarán para ser vistas posteriormente por quienes están en la reserva durante su dictado) y el material será adaptado a la duración del semestre, así como los trabajos prácticos. Además de proveer acompañamiento terapéutico subsidiado, la universidad explicó que se encuentra preparando, junto a la Unidad de Diversidad, acciones para aliviar “tensiones político-emocionales que puedan surgir entre estudiantes debido a la guerra, en particular, y a las tensiones en la sociedad israelí, en general”.

Preguntas sobre el futuro
"La educación se ocupa del futuro, mientras que en la guerra nos ocupamos del presente”, escribió el profesor y experto en educación Yoram Harpaz en un artículo del periódico digital israelí YNet a fines de octubre. Para Pablo, la gran pregunta entre los estudiantes internacionales es cómo adaptarse a un escenario tan diferente al de sus países de origen. “Los israelíes pueden responder mejor que yo a estas situaciones y entiendo que muchos quieren volver a cursar y seguir sus estudios. La pregunta es cómo y hasta dónde”, explica. Victoria también menciona esta diferencia tangible entre quienes son olim y tzabarim: “Veo a mis compañeros de clase muy preocupados, con más dificultades para conciliar el estudio con otras responsabilidades. Yo, que vine acá hace solo 8 años, me siento menos estresada ya que toda mi familia está en el extranjero y la única persona a la que tengo que cuidar es a mí misma”, explica.

Melina se juntó con sus profesores y compañeros de clase, que obviamente tienen más información a la hora de entender el conflicto, para dar charlas a otros estudiantes y explicar lo que está pasando. Eso los puso a trabajar en algo concreto que beneficia a la comunidad “Yo creo que esta guerra nos unió a todos como colectivo”, reflexiona. Respecto al rol de la institución, cuenta que se crearon programas para estimular a los estudiantes a voluntarizarse a cambio de becas y créditos de estudio. Para Pablo eso es necesario mientras no pueda volver a Israel: “tuve que pedir apoyo económico para alojamiento, porque mientras tanto sigo pagando el alquiler en el campus”, explica. Melina, por su parte, se sintió acompañada a pesar de no poder asistir a clases. “Recibí llamadas, mails y cartas de profesores y decanos, brindándonos su apoyo y contención en estos tiempos difíciles”, comenta. Pero no cree que el comienzo de clases deba suceder “lo antes posible”, como anticipa el comunicado, a menos que la universidad cumpla con los derechos de aquellos que se encuentran en reserva. “No me sentiría cómoda en mi lugar privilegiado de ex soldada con exención de reserva, empezando a estudiar cuando hay muchos que no van a poder”.

Sea que las clases se aplacen un mes o dos, las universidades de Israel siguen trabajando, así como sus docentes. Su funcionamiento implica persistir en nuestras aspiraciones de educar, en no darle la razón al terrorismo y la violencia, en evitar que nos dañen la capacidad de compartir conocimiento. Porque en los espacios universitarios se libra una batalla indispensable: convivir, dialogar, aprender y construir el futuro.